lunes, 1 de julio de 2013



12 “¿ME COMPRA UNA?”
Una mañana cualquiera de un día cualquiera se traduce, para Pípi, en momentos tranquilos, en hacer sus “cosas” como ella lo llama, sin prisa, en estar relajada, en tener tiempo para leer un rato, hacerse las uñas, incluso para echar una cabezadita en el sofá después de comer. Éste es básicamente el plan de su particular día cualquiera cuando suena el timbre de la puerta.
Primero mira por la mirilla y ve a una pareja de jóvenes muy limpitos y aseados. Abre la puerta y sonríe.
 -Hola, ¿Qué desean? – pregunta amable.
- Buenos días señora – es él el que responde también sonriente. ¡Uy, me llama señora! Empezamos mal, piensa Pípi.
- ¿Sí? – Insiste, y ya no sonríe.
- Queremos saber si nos concede usted cinco minutos de su tiempo para escuchar algo que podría cambiar su futuro ahora mismo. – replica el joven con voz de suave.
¿Cómo dices? – Pípi ya está pensando en las mil cosas que a ella le gustaría cambiar en cinco minutos, pero no está muy segura de querer cambiar su futuro. Es más ¿por qué este chaval piensa que ella desearía cambiar su futuro? Así que, ante la duda se lo pregunta sin más.
-¿Y por qué querría yo cambiar mi futuro?
- Porque siempre se puede vivir de una forma mejor y disfrutar de la experiencia de existir en este mundo de una forma mucho más plena. – dice él sin pestañear siquiera. Vaya discurso, se lo sabe de memoria. Seguro que va por ahí diciendo eso mismo a cientos de señoras que le abren la puerta de sus casas.
- Vale, y tú sabes que yo necesito vivir mejor y disfrutar de la experiencia de existir en este mundo de forma más plena sin conocerme de nada y sin saber qué clase de vida llevo ahora mismo. ¡Chico tú eres mago!
- No, no soy mago por desgracia, solo soy una persona inteligente que sabe que la vida contemporánea no satisface a nadie con tanta competitividad y consumismo sin sentido, y que estamos constantemente buscando algo más que nos haga realmente felices de una forma duradera y no a través de lo material que solo nos satisface de una manera temporal y ficticia.
Pipisí, que está plantada en el umbral de su puerta, ase ésta con una mano señalando de forma implícita que no les ha dejado entrar ni tiene ninguna intención de hacerlo; está dudando entre cerrarles la puerta en las narices sin más preámbulos o darle al niñato éste un repaso en toda regla. ¡Semejante payasada!
-Mira chiquitín, no tienes ni idea de lo que estás hablando sencillamente porque no tienes edad para saber de qué estás hablando. Tú naciste ayer mismo y no sabes de la vida más que una cuarta parte y posiblemente ni eso.- dice Pípi, y añade - Además, no creo que a la mayor parte de la gente le guste que vayas llamando a su  puerta diciéndoles lo vacía que es su existencia. Por lo menos a mí no me agrada, especialmente a estas horas de la mañana cuando aún no me ha hecho efecto el café.
- Lo entiendo – contesta el joven, y ella piensa por un momento que se acaba aquí el debate, pero él vuelve a la carga – generalmente todo el mundo tiene una primera reacción como la suya, es lo normal, es el efecto del shock inicial al enfrentarse a la realidad. Pero eso es solo el principio, luego, según mi experiencia, que no es poca a pesar de mi corta edad, según ha puntualizado tan sabiamente, la gente acepta la espiral de destrucción consumista en la que se encuentra.- este chico sería un magnífico político, piensa Pípi llegado este punto, tiene buena presencia, imaginación y una lengua muy larga. Vuelve al ataque.
-¿Pero qué primera reacción ni shock ni que niño muerto? ¿De qué estamos hablando aquí?
- Hablamos simplemente del destino de las personas, de todos los seres humanos que están viviendo sin rumbo ya que sus vidas no van encaminadas a ninguna parte. En realidad, si lo piensa es muy sencillo. Sólo tiene que recordar qué estaba haciendo ahora mismo dentro de su hogar, justo antes de que llamáramos a su puerta.- replica el niño, y se le queda mirando con cara de…¿A qué no me lo cuentas? Anda dime qué estabas haciendo ahí dentro…
Esta sí que es buena, se dice Pipisí, ahora no sólo me quiere arreglar el futuro, también quiere repasar mi pasado.
-No tengo tiempo para juegos nene, de verdad, no creo que lo que yo estuviera haciendo cuando tú llamaste a mi puerta sea de tu incumbencia honestamente, aparte del hecho de que fuera lo que fuese lo has interrumpido malamente durante mucho rato ya. – Dicho esto, ella da un paso atrás y se dispone a cerrar la puerta.
-¿No se atreve a confiárnoslo? Quizás no esté muy orgullosa de sus acciones hasta ahora, quizá no era una actividad muy importante, no lo suficiente para contarla, o quizás no estuviera haciendo nada, simplemente estuviera viendo la vida pasar, una vida vacía y sin sentido, por lo que volvemos al punto de partida de nuestra conversación: ¿es la suya una vida sin rumbo? - él la mira con descaro esta vez y añade – Ha llegado la hora de cambiar todo eso, ésta es su oportunidad y puede que no se repita jamás.- vuelve a sonreírle y con su sonrisa le indica a Pípi: he ganado “señora”.
Pipisí abre la puerta de nuevo, sabe que se equivoca, que no tiene que caer en la trampa que le ha tendido. Él no podría seguir soltando tonterías por la boca si ella no siguiera plantada en el umbral escuchándole y replicándole, pero la tentación de ponerle en su sitio y demostrarle que con ella no va a poder es mucho más fuerte que todas las advertencias que su subconsciente le aconseja. Decide luchar un nuevo asalto.
-Vamos a ver, - dice suavemente mientras mira al suelo y toma aire – en primer lugar, lo que yo haga dentro de mi casa o deje de hacer es solo asunto mío; segundo, no tengo por costumbre ir contando mis asuntos personales por ahí y mucho menos a la gente que no conozco de nada y, que por casualidades de la vida, toca el timbre de mi casa; finalmente, no estamos manteniendo un conversación, tú estás en el pasillo contando chorradas y yo estaba muy tranquila en mi casa hasta que llegaste tú. Voy a cerrar la puerta ahora porque sencillamente no me interesan las bobadas que cuentas. – respira hondo y toma impulso de nuevo – Y creo que dicho esto, no me queda nada más que añadir.- Firme, piensa que su postura ha quedado clara y cristalina, y que finalmente, una vez zanjado el asunto, puede retomar su día cualquiera. Pero se equivoca. El niño es fuerte, testarudo, calculador, y mientras ella hablaba, planeaba su venganza.
-Todo lo que me cuenta es muy interesante, pero solo demuestra un hecho, y es lo que he estado intentando explicarle desde un principio.- comenta muy serio y con el ceño fruncido. ¡Joder! Piensa ella ¿Y ahora con qué me va a salir el mocoso este?
Quiere darle con la puerta en los morros, quiere que se vaya, quiere que cierre el pico de una maldita vez. Pero tiene curiosidad, y como se sabe, la curiosidad mató al gato. ¡Qué gran verdad! Su subconsciente ya no le habla, le grita a pleno pulmón: ¡Déjalo estar! ¡No sigas por ahí! Estás haciendo justo lo que él quiere que hagas! ¡Cierra la puerta a la una, a las dos y a las ….! Le contesta.
-¿Ah sí? ¿Y que hecho es ese si puede saberse?- El subconsciente le dice bajito: Tonta, ya estás perdida. Shhh, cállate, le contesta ella mentalmente.
-Sencillamente usted no es feliz.
-¿Perrrrrdona?- ¡Anda mi madre! Piensa, esta sí que es buena, mira con lo que me sale éste ahora. Pípi se da cuenta de que el chico no le cae bien. De hecho cree que está empezando a odiarle. Si, definitivamente le odia. No puede evitar reírse. Empieza tímidamente y termina a carcajadas. Él la mira sorprendido pero no se ríe; retoma su perorata.
- Efectivamente, como la mayoría de la gente que conozco, usted no es feliz. El sarcasmo, la risa descontrolada, la ira que demuestra cuando no puede rebatir mis argumentos tan verdaderos demuestran que es usted una persona frustrada y por lo tanto muy infeliz.
- ¡Infeliz lo será tu tía! – Pipisí no sale de su asombro y pierde los papeles por un momento - ¿Pero cómo te atreves a ir diciendo eso por ahí a la gente alma cántara? – Respira hondo, se controla por fin y en plan maternal responde - Mira, yo soy una persona muy paciente, tolerante y comprensiva, eso SÍ lo soy créeme, y no me voy a cabrear por tus comentarios fuera de lugar, pero si quieres conservar este trabajo, por si te hace feliz digo, te recomiendo que no vayas diciendo cosas como esa en público porque un día no muy lejano te van a partir la cara de nene tan mona que tienes ¿Sabes? Y yo creo que entonces el infeliz vas a ser tú.
El muchacho se ha puesto colorado. ¡Por fin! Piensa Pípi, un punto para la menda. Ahora un poco más de “unto” y después la estocada final.
-Perdone no era mi intención ofenderla, por favor disculpe. Lo único que yo quería demostrarle es que una existencia sin rumbo es una existencia infeliz, nada más, pero no desespere, hay luz al final del túnel y con un poco de paciencia por su parte podemos mostrarle el camino.
- Ya, entiendo, no pasa nada.- te tengo en mis manos mamón, piensa ella pero de repente cae en la cuenta de  que hay otra persona en el pasillo junto al joven, la otra jovencita. Lleva una gran bolsa de lona y ha estado todo el rato observando la escena sin decir ni mu. La mira a los ojos directamente y le pregunta: ¿Y tú tienes algo que decir monina o eres el mero acompañamiento del caballero?
- Yo le acompaño claro, pero también puedo hablar con usted si lo desea.- responde con una vocecita de chiquilla tímida. Es obvio que el mandamás es él y ella le lleva la bolsa. ¿Bolsa? ¿Es que venden algo estos dos?
- No gracias, con tu amigo ya he tenido bastante mona. ¿Qué lleváis en la bolsa, propaganda de algo? – Pípi es la dueña de la situación. Ha descolocado el discurso preparado y ensayado del chico; le ha roto los esquemas. Ahora la que manda es ella. Tiene el poder. Por fin.
Él mira a la joven y le coge la bolsa. La abre y saca un libro de tapas negras pequeño y gordito.
-Ehhh….aquí llevamos el material ya que por supuesto tenemos un libro, el libro, que dese luego conocerá pero que seguro no ha leído, por lo menos no completo, casi nadie lo ha hecho, esa es mi experiencia – vuelta a la experiencia piensa Pipi, de dos meses quizá, pero sigue escuchando – y que no es otro que el libro que todos hemos de leer para encontrar el camino.- le da la vuelta al libro y lo muestra.- ¿No desearía comprarnos una? ¿O dos? Es un magnífico regalo. Las letras van grabadas en oro de dieciocho kilates y bla bla …..- Mira el que no consumía ahora va tras el vil metal. ¡Vaya cara!
-¡La bíblia!-  grita Pípi - ¿Toda esta larga charla inútil para venderme una bíblia? ¿Estáis de broma? Hombre haber empezado por ahí, hubiéramos terminado mucho antes sin discutir. Te hubiera dicho que NO nada más empezar. Yo ya tengo una de edición especial hijo mío, y un corán también, por si te interesa. Y SÍ me la he leído, y el corán también.- Pípi les mira con cara de sorna y se prepara para la gran estocada final.
-Y para terminar que ya estoy muy harta de estar aquí de pie en la puerta, voy a seguir tu consejo, voy a ir con mucha paciencia hacia la luz al final del túnel que es precisamente el pasillo de mi casa y voy a ir precisamente con rumbo al baño, que el café ya me ha hecho precisamente el efecto deseado y me estoy cagando por la patilla abajo, y eso me hará seguro muy muy muy feliz. Esto sí te lo cuento, en confianza, es que llevo precisamente unos tres días sin ir al baño y ya estaba super hinchada la verdad. ¡Hala, con dios!
Pipisí cierra la puerta en las narices de los dos jóvenes, sintiéndose bien. - Mira, al final un día cualquiera también puede ser divertido.- Y se va al baño precisamente, que no era mentira, no. Mentir sobre la biblia. ¡Jamás! ¡dios me libre!
(continuará...)

domingo, 16 de junio de 2013


11 “UN TIMO EN DIFERIDO”
Tras el tiempo prudencial de reposo y descanso de extremidades inferiores, finalmente el tobillo derecho de Pipisí va curando. Aún tiene un cardenal muy feo y una hinchazón de campeonato pero al menos puede calzarse algunos zapatos de horma ancha y sin tacón. Echa de menos un poco de actividad física y aprovechando que las zapatillas de deporte también le entran, decide enfundarse en su ropa de deporte y retomar su rutina aeróbica.
Tres veces por semana, acude a un gimnasio bastante anticuado y un pelín cutre, dentro de un pequeño centro comercial cercano a su casa. Lo cierto es que le queda el sitio tan a mano que no necesita llevar su coche ni usar el transporte público porque puede ir caminando y en 15 minutos escasos está subida a la cinta de andar o en clase de body-pump.
Hoy miércoles las clases habituales serían media hora de abdominales intensivos y una hora de pilates. Eso hubiera sido lo normal hace quince días que fue exactamente cuándo visitó por última vez su gimnasio antes del viaje a Canadá, la única diferencia es que ahora la puerta del centro ésta está cerrada a cal y canto y hay una bonita nota pegada en la puerta que reza: “A QUIEN PUEDA INTERESAR, Informamos que este centro permanecerá cerrado por causas ajenas a la dirección. Para mayor información contacte con el número bla bla bla”.
La cara de Pípi es un cromo. Como no puede ser de otra manera, piensa que esto es un error e intenta empujar la puerta por si hubiera alguien en el interior que le explique lo que está pasando. Luego pone las manos en forma de tubo e intenta atisbar el interior del local a través del cristal oscuro de la puerta. Sus esfuerzos son infructuosos; efectivamente el gimnasio está cerrado y desierto. No hay ni personal ni clientes.
Inmóvil en el pasillo delante de la cerrada puerta y sintiéndose como una imbécil mira a un lado y a otro como si buscara ayuda. Hay varios comercios y oficinas alrededor, algunos abiertos y otros no, con carteles de “Se Alquila” o “Se Vende”. Finalmente, la dueña de una pequeña boutique que se encuentra justo enfrente y que la ha estado observando desde hace rato desde el interior de su negocio, acude en su rescate.
-No esperes más, que ahí ya no hay nadie.- Le dice.
- Es que acabo de llegar de viaje. Soy socia del gimnasio, he estado fuera dos semanas y ahora me encuentro con esto...Pero no nos han avisado ni nada y, la verdad, estoy sorprendidísima.- Comenta Pípi aliviada al ver que alguien puede darle alguna información.
- Ya hija – continúa la mujer – si no eres la única. Le ha pasado lo mismo a todo el mundo. Yo llevo viendo montones de gente venir y quedarse de piedra, lo mismo que tú. Cerraron esto hace ya diez días o así.
- No me lo creo – insiste Pipisí con voz decepcionada mientras se acerca a su informadora - ¡Pero si no nos avisaron! ¡No nos dijeron nada! ¿Y ahora qué hacemos?
- Ya lo sé. Todo el mundo comenta lo mismo. Solo podéis llamar a ese número que pone ahí a ver qué os dicen – sugiere - Hace diez días vinieron por la mañana temprano como siempre y sacaron los archivadores y papeles. Pero lo más curioso fue cómo se llevaron los aparatos y el resto de la maquinaria. Dos días más tarde a las 12 de la noche llegaron con unos mozos de mudanzas y cargaron todo todito. Casi con nocturnidad y alevosía. Te lo digo yo que estaba cambiando el escaparate y me dieron las tantas aquí hija. – Cotorrea la mujer, que ha empezado a dar golpecitos en el antebrazo de Pípi como si fueran dos amigas cotilleando de algo íntimo. – Ellos no se esperaban que yo les viera, pero les vi. Tiene todo muy mala pinta.
- Ya, bueno, muchas gracias. Llamaré al número a ver qué me cuentan. Menudos impresentables.- Se marcha.
Pípi vuelve a casa de muy mal humor y cabizbaja. Con esto no contaba. Pero lo que más le joroba no es el hecho de que el negocio, probablemente, se haya ido a pique. Lo más cabreante para ella en este preciso instante es el hecho de que justo la semana antes de su famoso viaje realizó la renovación anual de su pertenencia al maldito centro. Pago completo y por adelantado que salía más ventajoso. No puede evitar sentirse timada, abusada y completamente estafada en todo el amplio sentido de la palabra. ¡Y encima no ha hecho ejercicio! ¡Mierda seca!
Inmediatamente después de llegar a casa coge el teléfono y llama al número en cuestión. Le responde una señorita mencionando el nombre de un gimnasio. Pípi  lo conoce. Es un centro deportivo muy grande construido hace algunos años al otro lado de la ciudad y al que le dieron mucha publicidad por aquel entonces con el fin de reclutar socios. Recuerda que tenía piscina climatizada, zona de spa y termas, tenis y paddle, todos deportes y actividades que a Pípi no le interesaban en lo más mínimo. Mr. P y ella ni lo visitaron ni aceptaron la invitación para un tour completo, según rezaba la invitación inaugural depositada en el buzón de su casa, con copita de vino incluida, cortesía de la casa. Lo que la invitación no decía era la barbaridad de pasta gansa que costaba hacerse socio de tan distinguido club, información a la que sí tuvieron acceso a través de los vecinos que sí fueron al magno evento. A lo que íbamos.
-Buenos días, Centro Deportivo Bla bla bla, le habla Fulanita de Tal, ¿En qué puedo ayudarle?
- Si buenos días, me han dado este número para preguntar sobre el cierre del gimnasio Bla bla…
- Ah sí, tiene Ud. que venir a informarse aquí en persona, no podemos dar la información por teléfono.
Paciencia dios mío - ¿Cómo dice? ¿Por qué no puede darme la información por teléfono? Eso es precisamente lo que pone en el papel de la puerta del gimnasio en cuestión: “para mayor información llamar a este teléfono”.
-Sí claro, es el teléfono al que está Ud. llamando, eso es correcto y yo le estoy informando.- Responde la señorita que debe de ser o bien gilipollas o tener siete años a juzgar por su voz y por su capacidad mental.
- No señorita Ud. no me está informando de nada, yo quiero que me digan qué ha pasado con mi gimnasio y básicamente que pasa con la anualidad que acabo de pagar hace dos semanas.- Pípi está alzando la voz.
- Pues por eso mismo yo le informo de que tiene que venir aquí para saber todo lo que quiera. Como Ud. comprenderá esta información es confidencial, sobre todo lo que respecta a su anualidad y no se puede comentar por teléfono.- Definitivamente esta mujer es gilipollas, piensa Pípi. 
Para desquitarse le dice: - Eso de que “tengo” que ir ahí me parece una grosería por su parte. En primer lugar voy si quiero y si puedo, y si NO voy, y en segundo lugar, tengo derecho a que me informen, yo he pagado íntegramente por un servicio que ahora me niegan. No sé en su pueblo señorita, pero en el mío eso se llama estafa.- Le suelta sin respirar siquiera y se queda muy satisfecha consigo misma. ¡Ay el don de la palabra! Claro que a Miss Gilipollis le importa tres pepinos la perorata en cuestión y como ya ha gastado los cinco minutos que puede durar su conversación por cada cliente plasta, es inminente que no está por la labor y le va a dar con el auricular en las narices. Miss Gilipollis suspira haciendo constar que cree que Pípi es muy cansina. 
-Yo no puedo decirle nada más de lo que ya le he dicho señora, venga Ud. aquí y se informa ¿Vale? Buenos días.- Y cuelga la muy……Frustrada y desde luego enormemente cabreada, se pasea un buen rato por su casa, por supuesto, hablando consigo misma, faltaría más. Más tranquila se da una ducha rápida se cambia de ropa, se maquilla levemente y se dirige en su coche al centro deportivo de los horrores a pedir cuentas y cortar cabezas. ¡Menuda soy yo, piensa!
- Buenos días, bienvenida al Centro Deportivo Bla bla bla.- Vaya mira por dónde, Miss Gilipollis en persona.
-Buenas, estoy aquí para que me informéis sobre lo ocurrido con mi gimnasio. – dice con actitud chulesca.
- Vale – Y se pone a teclear en su ordenador como si buscara algo muy importante - ¡Huy! No sé si estará el responsable. Déjeme preguntar si la puede recibir..- Y ante la sorpresa de Pípi, va y le suelta – Es que generalmente hay que pedir cita ¿Sabe? es una persona muy ocupada. - ¡Venga hombre! ¿Cita previa? ¿Me tomas el pelo? 
- Pues yo de aquí no me muevo hasta que alguien, me da igual quien sea, me dé información, así que tú misma…- responde Pípi con un rictus poco agraciado en su cara de mala leche.
- ¡Mira! Has tenido suerte…- ¿Suerte yo? Definitivamente gilipollas, ya estoy segura, se dice Pipisí – Aquí está.
Aparece un tipo por el pasillo de la izquierda. Y…¡Sorpresa! Es el dueño, director, gerente y a la par profesor de pilates de su antiguo gimnasio. Muda y anonadada. Él la saluda, le pregunta cómo está y tal y tal,  y con una amplia sonrisa le planta dos besos y la conduce a un mini despacho con una mesa y dos sillones.
Pípi no se amilana y después de reponerse del shock inicial le pregunta – Vaya, ¿ahora trabajas aquí?
-Sí, trabajar aquí es un lujazo. Este sitio es fenomenal, ya lo verás, te va a encantar. No se puede comparar.
-¿Eh? Pues no sé. Me queda muy lejos de casa. Tendría que venir en coche, para empezar, y pagar parking. El otro lo tenía al lado. Además, aún no me has dicho lo que ha sucedido con el tuyo.- Ella sigue en sus trece.
- Simplemente llegamos a un momento en que no nos podíamos mantener y el cierre fue inevitable. – Responde él.
- Ya, si hasta ahí llego, la crisis y toda la historia, lo que no entiendo es por qué no me dijiste esto mismo cuando me cobraste, por adelantado, todo un año de renovación hace quince días. Has sido muy deshonesto.
- Deshonesto no, simplemente no te dije que cuando volvieras vendrías a un sitio diferente, que por cierto es mucho mejor; vais a ganar con el cambio, todos vosotros. El plan de readmisión que he negociado con este centro tan elitista para todos mis socios es genial. ¿Costó eh? No te creas, pero lo hemos logrado. Por vosotros.- Dice con una cara de sacrificado y de orgullo, que sorprende a Pípi porque básicamente no se la cree para nada.
- Perdona pero mentir no es precisamente honesto – Está que lo tira – Además mi gimnasio lo elijo yo, éste me lo impones, y no sé si me conviene. Que yo sepa esto es carísimo y no pienso pagar por cosas que no uso.
- Este centro es uno de los mejores de Madrid. ¡Vienen hasta famosos! La calidad está garantizada y por supuesto yo doy clases aquí también con lo que seguiremos en la misma dinámica que antes, no cambia nada.
- Hombre, nada nada, no, cambia todo: el sitio, el transporte, el horario, el profesorado, por no mencionar el precio. ¿Y qué pasa con mi dinero? – Pípi está más que harta. ¡Pero qué se cree este tio! ¿Qué yo nací ayer?
- Naturalmente respetamos la cantidad que ya has dado a cuenta y te regalamos la matrícula por ser socia antigua, lo cual está genial ¿no? Ahora como la mensualidad de este centro, que es muchísimo mejor, es algo más cara, te damos la oportunidad de pagar únicamente una tercera parte de lo que te costaría inicialmente para ser socia con todos los derechos. El trato es inmejorable, lo hemos conseguido para nuestros socios exclusivamente, pero eso sí, solo es válido este mes, luego se perderías la cantidad entregada. Entenderás que esta oferta no puede durar eternamente…- Y todo esto se lo dice con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
- O sea, que aparte del pago adelantado anual a tu gimnasio, ahora he de pagar otro tanto para hacerme socia de otro gimnasio al que tú me obligas a venir, al que por obligación tengo que venir en coche y pagar parking, con clases y profesorado nuevo, con instalaciones que pagaré pero que no usaré y todo para ya mismo, naturalmente, porque la genial oferta expira en nada. Bien. No sé cómo podré resistirme a tan fantástica oferta, pero va ser que no, que voy a pasar.- Contesta ella con un cabreo de no te menees.
- Mujer, puedes hacer lo que quieras, pero es una buenísima oferta, más que nada para no perder lo entregado. Si caduca… yo ahí ya sí que no podría hacer nada y…..- ¿De verdad se cree toda la mierda que me está contando? ¿Tan idiota me cree? Piensa Pípi. 
- Lo dicho, creo que paso.- Se levanta, abre la puerta del despacho y a voz en grito mientras él la sigue cual perrito por el pasillo con la cara roja como un tomate le dice - Pienso que eres un impresentable y un timador. Lo que has hecho con tus socios, los clientes que confiaron en ti y en tu gimnasio durante años es una vergüenza. No pienso caer en tu trampa de nuevo. No me mereces ningún respeto, ni como profesional del deporte ni como persona, y si piensas que la gente se traga las tonterías que vendes es que eres imbécil. ¿Pero tú qué te has creído, que nos hemos caído de un guindo o qué? Ya me encargaré yo de comentar por ahí fuera mi opinión sobre tu inmejorable trato. Que sepas que me la trae al pario tu super oferta y por mí, te puedes meter mi dinero donde te quepa. Me has timado una vez, pero dos no querido. ¡So ladrón!
Y dando media vuelta sale con la cabeza muy alta del elitista Centro Deportivo Bla bla bla. Timar, engañar y mentir impunemente a la gente está a la orden del día, hasta en los malditos gimnasios. -Pero lo peor de todo es que encima tienes que estar de acuerdo y dar las gracias. ¡Ni de coña!- Se dice.
Por la noche cuando Mr. Perfect le pregunta que cómo le ha ido el día y que si ha ido al gimnasio ella le responde:
-No al gimnasio no he ido y no voy a ir más, definitivamente creo que voy a buscar un sitio mejor. Sin embargo, hoy he hecho terapia de gritos. Es buenísima para los nervios y el stress acumulado.
Mr. P mira sorprendido a su mujer – No tengo ni idea de lo que estás hablando.
Ella responde: ¡Uff! Ni falta que hace. Es una historia muy larga, ya te la contaré otro día.

(continuará...)

domingo, 2 de junio de 2013



10 “NI TANTO NI TAN CALVO”
A punto de aterrizar en Vancouver y la vista desde lo alto de las nubes no podría ser más hermosa. 

Pipisí está muy contenta de haber aceptado acompañar a su marido en este viaje; generalmente no lo hace, ya que implica quedarse mucho tiempo en el hotel de la ciudad de turno mientras él acude a decenas de reuniones agotadoras, así que el poco tiempo libre disponible ha de ser dedicado más al descanso que al turismo. Pero, en esta ocasión Pipi ha hecho una excepción. En cuanto Mr. Perfect le propuso viajar con él a Canadá le faltó tiempo para decir que sí muy emocionada. La diferencia entre este viaje y los otros es obvia; primero, se quedarán un día más para disfrutar de la ciudad y segundo, Pipi vivió allí durante un verano entero cuando era universitaria, meses de los que guarda un magnífico recuerdo. Le encanta la idea de poder recorrer de nuevo los mismos lugares donde fue tan feliz años atrás. Desde luego no se ha olvidado de empacar un par de paraguas recordando que Vancouver sigue siendo una de las ciudades más lluviosas del mundo.

Tras los controles aduaneros y demás papeleos toman un taxi en dirección a su hotel. Está muy bien situado, para poder tener acceso fácil a casi todos los puntos de interés para ella y al centro de negocios para él. Además, Pípi ha tenido buen cuidado de que el hotel esté a una distancia razonable de uno de los mejores centros comerciales de la ciudad, donde también piensa pasar un buen rato paseando por sus tiendas locales favoritas. Es genial tenerlo todo tan cuidadosamente planeado; cree que no tendrá tiempo de aburrirse, literalmente.

La habitación está en el piso once y las vistas son fabulosas. Mientras MP deshace su maleta y cuelga sus trajes, ella observa el verde puente y la bahía a lo lejos, con sus blancos cruceros dirigiéndose a Alaska llenos de gente en busca de aventuras. “Otro sitio dónde tenemos que ir pronto, Alaska, desde aquí a tiro de piedra” – piensa – “además cómo no se puede ir en verano por los mosquitos, el viaje no interfiere con las típicas vacaciones de sol y playa, ideal.” Suspira contemplando tanta belleza y se pone manos a la obra con su propia maleta.

Cenan ligero y después de dar un pequeño paseo por los alrededores para estirar las piernas, vuelven a su habitación y se disponen a dormir. Con una diferencia horaria de nueve horas, su reloj biológico no deja de recordarles que, para ellos, son las mil. Duermen insuficientemente y se levantan muy temprano, pero es lo que tiene el “jet lag”. Pípi piensa que casi mejor no acostumbrarse al cambio horario porque en viajes tan cortos, para cuando ya te vas aclimatando tienes que volver y otra vez a empezar.

Desayunan en la habitación y se preparan para su particular día en Vancouver, uno con corbata, traje y maletín en ristre, la otra con ropa sport y calzado cómodo para caminar mucho. Se despiden deseándose un buen día y parten a sus quehaceres con la idea de verse por la tarde, descansar un rato en la habitación  y más tarde ir a cenar a un restaurante cercano muy majete y romántico que ella conoce.

Transcurrido el día y Pípi está pletórica cuando vuelve al hotel, se le había olvidado lo limpia que es esta ciudad. Tan verde, tan interracial, con su sirope de arce y tan canadiensemente educados todos. Satisfecha por haber pasado un día estupendo, aprovecha y se mete en la ducha para disfrutar con tranquilidad del baño hasta que llegue Mr. Perfect quien aparece media hora después cansado pero contento de cómo ha ido su día. Las cosas han salido como esperaba, por lo que no se puede quejar, pero necesita realmente descansar un poco antes de volver a salir. Se pone el pantalón del pijama y se relaja tumbado en la cama mientras hace zapping por los canales de la televisión. Pipisí sale del baño entre nubes de vapor y envuelta en una mullida toalla blanca.

-Hola amor ¿Ya estás aquí? – pregunta sonriente. Se inclina y le da un sonoro beso en los labios.

-Sí, hace dos minutos que he llegado. Estoy cansadísimo, no veas. Mmmm, sabes a crema….- responde mientras observa a Pípi entrar y salir del baño con diferentes cosméticos. - ¿También llevas crema por todas partes o solo en la cara? Si quieres te ayudo a ponerte la crema corporal.

- ¿Eh? – Pípi mira a su marido que le está guiñando un ojo - ¿Perdona? No dices que estás cansadísimo?

- Ya sabes que para ayudarte nunca estoy cansado……..- dice burlón entrecerrando los ojos.

- Menuda ayuda desinteresada la tuya….además ya me he puesto crema, viciosillo y me tengo que secar el pelo.- Pípi va a lo suyo y mentalmente hace repaso de lo que aún tiene que hacer – Creo que primero plancharé mi vestido, así mientras se airea en la percha me seco el pelo – E ignorando a su cachondo marido saca del armario la tabla de planchar y la abre. Vuelve a por la plancha colocada en el altillo. El cable no está enrollado por lo que Pípi sin mirar atrás camina en dirección opuesta y tira de él. De repente, el cable que no es muy largo, acaba y cae volando cual péndulo el enorme y cuadrado enchufe que le golpea pesadamente y sin piedad la parte baja de su tobillo derecho (los que hayáis viajado a EE.UU., Canadá o Reino Unido sabéis de qué estamos hablando).

-¡Ayyy! – grita Pipisí y se dobla toda. Va cojeando hasta sentarse en el borde de la cama y se frota el tobillo con expresión de dolor.- ¡Me cago en todo lo que se menea! ¡Maldito enchufe, vaya leñazo me ha dado! ¡Aghh!

Su marido se ha levantado de la cama y le sujeta el tobillo mientras lo examina. –No parece que sea nada grave, sólo ha sido el golpe. Eso sí, te saldrá un guapo moratón.- Le masajea con mimo el tobillo, y disimulando va subiendo por la pierna como quien no quiere la cosa. Pípi le mira con ojos casi llorosos y expresión incrédula.- ¿Estás de broma no?- Hombres..

Finalmente pasa la crisis tobillera y ambos vestidos muy elegantemente salen a cenar. Una cena estupenda, el servicio exquisito como siempre y la alta propina de rigor y obligatoria, como si de un sablazo final de fiesta se tratara. Pípi nunca ha llegado a entender por qué los clientes han de pagar la mitad del sueldo de los camareros con propinas que no son, por otra parte, algo voluntario. Caminan las tres manzanas de distancia hasta el hotel. Pipisí cojea ahora, ya no disimula delante de su marido. Durante la cena el dolor del pie ha ido en aumento pero no ha dicho nada para no estropear el momento, le hacía tanta ilusión volver a su restaurante favorito, ha sido todo tan especial. El tobillo se ha ido hinchando por momentos.

En la habitación, antes de irse a dormir, se toma un fuerte analgésico con la esperanza de que el dolor remita y la hinchazón baje durante la noche. A las dos de la mañana Pípi no lo soporta más, las lágrimas, imparables empapan la almohada. Enciende la luz y apartando el edredón contempla la monstruosidad en la que se ha convertido todo su pie. Igualito que un enorme botillo leonés. Hasta los dedos parecen choricitos. Esto es grave, tiene que despertar al bello durmiente. Cuando Mr. Perfect ve el pie de su mujer se asusta enormemente y deciden irse sin más dilación al hospital más cercano. En brazos hasta el taxi y en silla de ruedas después, entran en el hospital. Enseñan el pie herido, aportan sus datos para el registro y los pasan a una sala con varias camillas donde les visitará el doctor de guardia. Está tumbada sobre una de ellas con su marido cogiéndole la mano cuando por fin aparecen un joven médico y una enfermera.

Situémonos: media noche, hospital, conversación íntegra en inglés por supuesto, no olvidemos que estamos en Canadá. Saludos amables. Observación del miembro dañado. Miradas cómplices entre doctor y enfermera. Lectura y relectura de ficha médica. Largo silencio. Sospechoso.

Doctor – Dígame ¿Qué le ha sucedido? Aquí dice que se golpeó con una plancha en el pie derecho.

-Pues sí doctor, ha sido de lo más tonto. Fíjese que yo iba a planchar un vestido y al coger la plancha pues el enchufe me ha dado en el pie y luego se ha ido hinchando y me duele horrores - Písi explica solícita los hechos con un pelillo de vergüenza. La situación es, como poco, bastante ridícula. MP que no le suelta la mano intenta meter baza y explicar su versión del accidente.

-Ha sido un accidente muy tonto doctor pero cada vez le duele más. ¿Podrían darle algo para el dolor y comprobar que no haya nada roto?- El médico mira al marido y después a la enfermera. Ésta se dirige a Mr. Perfect y amablemente le pide que salga un momento ya que necesita hacerle unas preguntas. Extrañado asiente pero frunce el ceño, mira un segundo a Pípi, y acompañado de la enfermera sale al pasillo.

D-Vamos a ver. Ahora que estamos solos cuénteme lo sucedido de verdad.- Y se apoya suavemente contra la camilla de Pípi poniéndole una mano en el pie sano. Ella pega un respingo. ¡Madre mía ya sé por dónde van los tiros!

-Mmmm, doctor yo le aseguro que eso es exactamente lo que ha ocurrido. Me disponía a planchar un vestido para salir a cenar y al coger la plancha del altillo del armario se me ha caído encima del pie. No hay nada más que contar.- Pipisí está un poco angustiada y piensa ¡Cualquiera les dice ahora que solo fue el golpe del enchufe. Mejor digo que se me cayó la plancha encima por lo que pueda pasar!- ¿Me podría dar algo para el dolor por favor?- dice poniendo cara compungida.

D-Si claro ahora le pondré una inyección, pero insisto, es muy muy importante que me diga con exactitud qué es lo que le ha pasado para poder ayudarla. Es bastante extraño que se le haya caído la plancha en un pie….¿Han tenido alguna discusión hoy? Su marido no está aquí ahora, no tiene por qué temer nada, nadie puede ya hacerle daño. Confíe en mí.

-¡Por dios doctor! Le digo la verdad, mi marido y yo no hemos discutido, estamos de vacaciones y todo está muy bien. Hemos ido a cenar a un sitio super romántico esta noche. Le aseguro que no hay nada más que contar, se lo ruego solo deme algo para el dolor y compruebe que no tengo nada roto, mire el pie me palpita y está hinchadísimo- Pípi ya no sabe cómo hacerle entender al gilipollas del médico que efectivamente las planchas PUEDEN caerse encima de los pies de las personas que planchan. -¿Pero qué es lo que tiene de raro? ¿Por qué no me cree?- pregunta apenada y bastante harta ya de la situación. - Bromas aparte ¿Dónde está mi marido?

D-Bueno, tiene que entender que hemos de asegurarnos que no ha habido ningún maltrato por parte de su marido y que usted está segura. Es muy importante que nos diga exactamente lo sucedido. Su marido está bien no se preocupe, mis compañeros solo le están haciendo unas preguntas, es parte del protocolo.- Y acariciándole la cabeza a una sorprendida Pipisí le dice complacido- Todo va a estar bien. Estamos aquí para ayudarla.

-¡Es que todo está bien! ¡Lo único que quiero es que me curen el maldito pie de una maldita vez!- grita histérica- No se invente historias donde no las hay doctor, no voy a contarle nada diferente de lo que ya le he dicho simplemente porque no ha sucedido nada diferente. ¡¡¡Se me ha caído la plancha encima del pie!!! ¿Pero por qué no me cree de una vez? Será mejor que me vea otro médico. ¡Quiero otro médico por favor!

Después de varias intentonas infructuosas más por parte del doctor, parece que finalmente desiste en su propósito de sacarle la supuesta verdad como sea. Suspira profundamente y tristemente se da por vencido.

D-Bien, como quiera. No será necesario que la vea otro médico. Vamos a hacerle una radiografía para ver que todo está bien y le inyectaremos un analgésico fuerte para calmar el dolor. ¿Es usted alérgica a algún medicamento?- Y con gesto grave se pone a hacer su tarea de médico que es lo que Pípi esperaba desde un principio.

No ha visto a su marido durante al menos dos horas. Horas en las que le han hecho dos radiografías, puesto la famosa y dolorosa inyección y le han vendado el pie como si tuviera múltiples fracturas y fuera una elefanta, pero se siente mejor. Al menos el dolor está pasado. Aparece Mr. Perfect al fin. Está serio y parece muy cabreado. Ha venido la policía y un agente, muy amablemente le ha interrogado durante más de dos horas sobre lo sucedido con la famosa plancha de los cojones. El hospital les ha llamado ante la sospecha de maltrato de género. Por lo visto es lo que dicta la ley, a la menor sospecha, mejor ponerse en lo peor, valga la contradicción. Está agotado, pobrecito, sin tener culpa de nada le han hecho pasar una noche de perros. Eso sí muy amablemente, a la canadiense vamos.

Tras recibir varios consejos médicos, una bolsa con analgésicos y recomendaciones varias a la hora de subirse al avión con una pata chula, abandonan el hospital. Al salir se dan cuenta de que ha amanecido y es un hermosos nuevo día.

Deciden volver a casa ese mismo día, con un pie de esa guisa y en silla de ruedas es complicado hacer turismo. MP se encarga de los trámites y en el aeropuerto la aerolínea les sorprende asignándoles, por cortesía de la casa, dos asientos de primera clase para que la señora esté más cómoda y no le moleste el pie herido. Agradecidos se disponen a embarcar y una vez sentados en sus anchos y mullidos asientos Pipisí, que sigue sintiéndose la mar de culpable, le coge la mano a su marido y la besa tiernamente.

-Lo siento cariño, todo ha sido culpa mía. Has pasado un rato horrible. Soy una patosa. Lo siento de veras.

- Cielo, la culpa no es tuya, ha sido un accidente y los accidentes pasan. Es que simplemente la situación ha sido de lo más absurda, hasta surrealista diría yo. Ahora sé cómo se sienten los que son acusados injustamente y no es nada agradable te lo aseguro. Decir la verdad y que no te crean es muy frustrante. Pero olvídalo, al final no pasó nada grave. Ya volvemos a casa, ahora disfrutemos del viaje y recordémoslo como una anécdota más.- Le devuelve el beso.

Pípi está contenta de que no haya pasado nada grave pero tiene que reconocer que llegado un punto ha pasado miedo. Miedo por su marido, miedo porque no le creyeran, miedo de las consecuencias, en un país extranjero, por un accidente absurdo, porque coincide que necesitas usar la plancha, porque alguien no enrolla el cable de una plancha, por un ridículo enchufe que cae y golpea un pie. - ¡Joder!

Es increíble – piensa - en unos sitios tanto y en otros tan poco.- Eso sí,Canadá es un país de gente muy amable.

 (continuará...)

miércoles, 15 de mayo de 2013





9 “¿CRISIS EXISTENCIAL?”

Cuando uno se plantea en serio demasiadas cosas, o pocas, o alguna, durante un mismo día y este hecho se repite a lo largo de días o incluso semanas o meses, se entiende que uno está sufriendo una crisis existencial. O eso dicen.

Pipisí está inquieta últimamente. No le duele nada, no es nada físico, no necesita ir a su médico de cabecera, (o de familia, como dicen ahora los que saben de esto) no necesita que le recete ningún medicamento, pero no está bien, siente que tiene otras necesidades. Todos en su casa lo han notado. Su situación no les preocupa aún, pero sí admiten que la misma ha ido “in crescendo”. 

Empezó un día cualquiera, no se sabe cómo, por no apetecerle hablar mucho. Esto, en sí ya es raro, teniendo en cuenta de que Pipi habla por los codos, tanto, que a veces, cuando sale con Mr. Perfect y otras parejas amigas a cenar, ella misma se da cuenta de lo mucho que habla porque literalmente de repente se agota y luego le da una vergüenza horrible porque cree que seguramente ha agotado al resto del personal también.

Claro que tampoco pasaría nada si solo llevara un día o dos en este plan. 

Después de más de una semana hablando lo justo y con Mr. P ya un poco mosqueado, Pipi ha empezado a levantarse tarde. No es exactamente que se despierte más tarde, no, sigue despertándose a la hora habitual. Simplemente no se levanta, coge su libro electrónico y se pone a leer por un buen rato ignorando los ruidos mañaneros de los dormitorios de sus hijas y de sus viajes al baño que comparten. Igualmente ignora los ires y venires de su marido, un tanto exagerados, del baño al vestidor y viceversa para luego, aunque no lo necesita, insiste en preguntarle cual moza coquetuela qué traje se pone hoy, y con qué camisa, y con qué corbata…

Durante uno de esos mismos días y dándose una vez más la misma situación dentro del dormitorio matrimonial….

-¿Bueno, y que traje me pongo hoy? Recuerda que tengo reunión con los americanos esta tarde y seguramente llegaré tarde. – dice con energía Mr. P.

Pipi suspira, deja el libro electrónico a un lado con desgana y mira a su marido que está contemplando la hilera de trajes ordenados por color y tejido. ¡Dios, no es tan difícil! - Piensa.
-Cielo…..de verdad…..tú solito sabes hacerlo, yo lo sé y tú lo sabes. No me preguntes todos los días lo mismo. ¡De verdad, si practicas lo suficiente, llega a ser hasta fácil y todo!

- Vale, ya sé que es fácil, y te aseguro que yo solito puedo hacerlo, pero es que tú combinas mis camisas y mis corbatas de una forma especial que a mí no se me ocurriría. Es…..¿cómo lo diría?……, tu toque especial.- Mr. Perfect sonríe y está usando su sonrisa atractiva esta mañana. Es un cabroncete.

- Sí, genial, mi toque especial. Lo único que yo hago es coordinar la ropa de una forma cromáticamente y climatológicamente lógica, nada más, algo que Ud. Sr. Perfecto puede hacer solito y sin molestar a mamá.- Pipi coge de nuevo el libro y le devuelve la sonrisa. Hala, a leer en paz.

- No me ayudas nada. Va mujer…, solo hoy..., te prometo que a partir de mañana lo intentaré yo y no te molestaré más. – Ahora pone ojitos, morritos  e intenta dar pena. Sigue siendo un cabroncete.

Pipi deja otra vez el libro sobre el edredón y poniendo los ojos en blanco finalmente se levanta de la cama. Va al vestidor y en un plis plas elige un traje azul oscuro, una camisa blanca impoluta y una corbata de seda fucsia. Se lo da por orden a Mr. P, se da la vuelta y diciendo: ¿Ves qué fácil? Se vuelve a la cama.

-Gracias. ¿Ves que fácil para ti? Has tardado cero tiempo y sin esfuerzo ninguno has conseguido la combinación perfecta. El azul marino el perfecto para hoy ¡sí señor!

-Azul petróleo.- Corrige Pipi sin mirar.- ¡Y claro que cuesta esfuerzo, me has levantado de la cama!

-¿Qué?

- Azul petróleo, no azul marino. El azul marino es más oscuro. Ese traje es azul petróleo.- Insiste ella.

- Ah, no lo sabía. ¿Ves? Esa es una prueba fehaciente de que eres infalible en esto. Muy poca gente sabría la diferencia, de hecho yo ni sabía que existía un color llamado azul petróleo.- Mr. Perfect está siendo muy amable. Realmente es todo un cabroncete. Atractivo, pero cabroncete al fin.

- Bueno, tampoco es para tanto y deja de darme jabón que te veo venir. Me va a dar igual, que lo sepas, mañana te preparas la ropita tú, hermoso.- Pipi le sonríe e intenta volver a su lectura. ¡Así no hay quien lea joder!

- No, no te estoy haciendo la pelota, no me malinterpretes. Estoy siendo honesto, esto del estilismo, como lo llamáis ahora, creo que se te da muy bien, es natural en ti, y si lo practicas conmigo pues eso que gano yo. ¿No? Es la verdad.

-Vaaaaale, te creo. Ahora déjame leer y vete a ganar mucho dinero por favor.- Replica Pipi un poco hartita del tema ya. Es muy agotador hablar tanto por la mañana temprano ¡Uff qué perezón!

Ya vestido, perfumado y todo guapo él, se queda mirando a su mujer. Se abre la chaqueta del traje y pone las manos en la cadera. Parece preocupado.

-¿Cuándo me vas a decir lo que te pasa?- Pregunta al fin.

-¿Eh? A mí no me pasa nada.- Pipisí no le mira, por si acaso flaquea.

- Eso es exactamente lo que decís todas las mujeres cuando pasa algo. Después de tantos años te conozco muy bien. A ti te pasa algo y quiero saber qué es. Tengo derecho a saberlo ¿No crees?- La cosa se pone seria, su marido ya no bromea. Pipi sabe que finalmente no va a poder leer más su libro. Lo apaga y se levanta de la cama.

- De verdad cielo no me pasa nada, te lo aseguro.- Pipi no quiere que él se preocupe. Cuando se preocupa por ella, Mr. P lo pasa muy mal.

- Pues no lo parece. ¿Tú te has visto estos últimos días? Estas decaída, no hablas con nadie, llevas días sin salir …

Pipi le interrumpe: - Sí que he salido.- He ido al súper.

-Eso no cuenta. Me refiero a salir con tus amigas. Y no quieres salir a cenar como antes….¿Qué te pasa? Dímelo por favor.- Su cara refleja su preocupación y es sincera.

-No sé cómo quieres que te diga que no me pasa nada, en serio. Solo estoy pensando, y para pensar necesito tiempo, calma y estar sola.- Dice por fin Pipi. Ella sabe que tarde o temprano tendrá que compartir su idea. Lo único que necesita es estar preparada y sobre todo segura de su decisión.- No quiero que te preocupes….

- ¿Pensando? ¿Pensando en qué?

- Pensando….solo eso, pensando en mis cosas, en decisiones que quiero tomar…en cambios que me apetece hacer…..no sé, en fin hijo pensando, en definitiva. ¿Tú no piensas nunca? - Pipi tiene la sartén por el mango.

- Naturalmente que pienso. Pienso todo el tiempo. Pienso en ti, en mí y en las niñas. Pienso en el trabajo y en nuestros planes, en las vacaciones, en la hipoteca…pero no abandono a mi familia cuando pienso. Tú sí.

-¿YO? ¿Pero cuándo os he abandonado yo? Perdona pero sigo aquí, y sigo alimentándoos y cuidando de mi casa y de vosotros. ¡Si tú a eso lo llamas abandono, mañana me voy al piso de la playa dos semanas a ver cómo lo llamas a eso! Yo lo llamo tiempo para pensar.- Está empezando a cansarse del supuesto papel que parece ser que tiene en su casa.- ¡Yo no soy de piedra no sé si lo sabes! ¡Y necesitaba desconectarme para pensar! ¡Solo eso! ¡No hace falta hacer tanto drama por unos días de quietud!- Pipisí sale del dormitorio y se dirige a la cocina. Necesita un café ya. – Oye, ¿Tú no tenías que irte al despacho? Es tarde.

-Ok, no voy a seguir discutiendo. ¿Y se puede saber en qué estabas pensando? ¿O es un secreto?- Dice él y la sigue hasta la cocina. Sí, se tiene que ir. Va a llegar tarde a la oficina y hoy no puede permitírselo, les visitan los americanos. Le fastidia tener que dejar la conversación a medias, pero no tiene más remedio.

- Pues en cosas importantes para mí. Cuando sea el momento ya las compartiré contigo no te preocupes.- Le dice ya delante de la puerta entreabierta y poniéndose sobre la punta de los pies le da un besito tierno.- Adiós. 

Es muy complicado pensar en paz. Pipi necesita investigar y buscar tanta información como pueda encontrar. Lleva mucho tiempo considerando varias ideas y no es fácil decidirse por completo sin tener todo muy claro. Podría ser fatal. Podría no ser bueno para ella. Podría costarle caro. Podría cometer un error. ¿Y si me equivoco? ¿Y si es muy tarde? ¿Y si hago el ridículo? ¿Ves? Es muy difícil y hay que pensar en todo. Si me dejan en paz podré tenerlo claro. 

Unos días más tarde, están los cuatro a la mesa cenando lasaña. Es el un plato favorito de toda la familia y el ambiente es el ideal, hay risas y bromas. Es raro que coincidan los cuatro a comer o a cenar en estos tiempos, entre los estudios, los empleos y los novios, estos momentos de familia al completo son escasos y valiosos.

Pipi ya lo ha decidido. Esta noche compartirá con su familia lo que tanto tiempo ha estado pensando. Su idea. Su resurrección particular. Su tratamiento personal.

-Familia, quería deciros que he tomado una decisión.- Comunica en calma, para luego mirar las tres caras sorprendidas y expectantes.

- ¡Madre mía! ¡Por fin! – Dice alegre Mr. P. Está muy interesado en saber de qué se trata. Después seguro que todo volverá a ser como antes y eso le pone muy pero que muy contento.

- Tras mucho pensar, he decidido que me voy a poner pecho.- Anuncia la madre. Se queda con los brazos cruzados sobre el susodicho y con cara de póquer esperando los comentarios de sus hijas y su marido al respecto. ¡Venga sorprendedme!

Olivia, la pequeña, grita: - ¿Sí, y qué más? ¿Y luego te pones unos piercings en las cejas y te haces puta ? – Siempre ha sido una niña muy impulsiva. ¡Qué lástima!

-Solo falta que me digas que también te vas a teñir de rubio platino. ¡Jajajaja! ¡Pero mamá! ¿Te has vuelto loca? ¡Qué podrías ser abuela! – Comenta la hija mayor, Alejandra, es más seria y sensata ella.

- Podría…pero no lo soy. Y no, no me he vuelto loca, ni me voy a hacer pilingui, no llegaría muy lejos por otra parte….y tampoco me voy a teñir de rubio platino, no tengo alma de rubia, ya lo sabéis. Solo quiero hacer algo por mí y para mí. Hace años tenía esta idea pero por una cosa o por otra lo he ido posponiendo. Ahora he retomado la idea, eso es todo.

- ¡Dios que susto me has dado! Pensé que se trataba de algo diferente. ¡Uff! – Dice sonriendo ahora Mr. Perfect – Casi he pensado que lo decías en serio.

- Lo digo muy en serio. Me ha tomado varias semanas decidirme, así que no lo tomes en broma. Quiero más y mejores tetas y punto.- Pipi se defiende.. Menuda es ella. Con lo que le ha costado decidirse a dar el paso.

- ¡Que conste que a mí tus tetas me gustan tal y como están!- Contraataca él.

- Pues a mí no, y creo recordar que son mías, no tuyas, así que la decisión es igualmente mía.

- Algo mío también son ¿no? Yo creo que puedo opinar al respecto y opino que me gustan así.- Insiste.

- Repito, no son tuyas, tú solo las tienes en cesión temporal para disfrute, que yo sepa.- Pipi se está hartando.

- Vale, puede que sean tuyas, es tu cuerpo y todo eso, pero aunque las tuviera mediante un subcontrato, subrogación, préstamo, cesión o como quieras llamarlo, me da igual, yo digo que las tetas se queden como están. Voto por un NO. ¿Y vosotras?

Olivia y Alejandra se han pasado el rato haciendo caras de asco y gestos de vómito. Siempre lo hacen cuando sus padres se besan o hablan de temas algo íntimos delante de ellas. ¡Son tan payasas a veces!

-Yo digo que no lo hagas. No te hace falta mamá, estás muy buena tal cual, siempre te lo digo.- Dice Olivia.

- Yo creo que tampoco. Además las tetas grandes ya no se llevan para nada….pero haz lo que quieras.- dice Alejandra. Ésta tira la piedra y esconde la mano. Muy lista.- ¡Por cierto, se me olvidaba! Llamaron de la óptica. Ya te puedes pasar a recoger las gafas, esas para ver de cerca. ¿Ves cómo eres una abuela?- Y va y se ríe la puñetera a mandíbula batiente.

- Cariño, las abuelitas con gafas para ver de cerca no se operan las domingas…..!Tienes cada cosa!- Dice él.
 
Se levantan todos de la mesa y empiezan a recoger los platos. Pipisí se queda un rato sentada. Le parece increíble, le acaban de decir que ni siquiera puede decidir sobre su propio cuerpo. ¡Y han votado! ¡Es el colmo! ¡Yo soy libre! - piensa - ¡Y si me da la gana de tener unas “super-hiper-mega-tetas” pues las tendré! ¡Faltaría más! ¡Y las luciré con mis nuevas gafas de abuela!...... ¡¡¡QUÉ NO SOY ABUELA TODAVÍA LEÑE!!!

 (continuará...)