12 “¿ME COMPRA UNA?”
Una mañana cualquiera de un día
cualquiera se traduce, para Pípi, en momentos tranquilos, en hacer sus “cosas”
como ella lo llama, sin prisa, en estar relajada, en tener tiempo para leer un
rato, hacerse las uñas, incluso para echar una cabezadita en el sofá después de
comer. Éste es básicamente el plan de su particular día cualquiera cuando suena
el timbre de la puerta.
Primero mira por la mirilla y ve a una
pareja de jóvenes muy limpitos y aseados. Abre la puerta y sonríe.
-Hola, ¿Qué desean? – pregunta amable.
-Hola, ¿Qué desean? – pregunta amable.
- Buenos días señora – es él el que responde
también sonriente. ¡Uy, me llama señora! Empezamos mal, piensa Pípi.
- ¿Sí? – Insiste, y ya no sonríe.
- Queremos saber si nos concede usted
cinco minutos de su tiempo para escuchar algo que podría cambiar su futuro
ahora mismo. – replica el joven con voz de suave.
¿Cómo dices? – Pípi ya está pensando en
las mil cosas que a ella le gustaría cambiar en cinco minutos, pero no está muy
segura de querer cambiar su futuro. Es más ¿por qué este chaval piensa que ella
desearía cambiar su futuro? Así que, ante la duda se lo pregunta sin más.
-¿Y por qué querría yo cambiar mi
futuro?
- Porque siempre se puede vivir de una
forma mejor y disfrutar de la experiencia de existir en este mundo de una forma
mucho más plena. – dice él sin pestañear siquiera. Vaya discurso, se lo sabe de
memoria. Seguro que va por ahí diciendo eso mismo a cientos de señoras que le
abren la puerta de sus casas.
- Vale, y tú sabes que yo necesito
vivir mejor y disfrutar de la experiencia de existir en este mundo de forma más
plena sin conocerme de nada y sin saber qué clase de vida llevo ahora mismo.
¡Chico tú eres mago!
- No, no soy mago por desgracia, solo
soy una persona inteligente que sabe que la vida contemporánea no satisface a
nadie con tanta competitividad y consumismo sin sentido, y que estamos
constantemente buscando algo más que nos haga realmente felices de una forma
duradera y no a través de lo material que solo nos satisface de una manera
temporal y ficticia.
Pipisí, que está plantada en el umbral
de su puerta, ase ésta con una mano señalando de forma implícita que no les ha
dejado entrar ni tiene ninguna intención de hacerlo; está dudando entre
cerrarles la puerta en las narices sin más preámbulos o darle al niñato éste un
repaso en toda regla. ¡Semejante payasada!
-Mira chiquitín, no tienes ni idea de
lo que estás hablando sencillamente porque no tienes edad para saber de qué
estás hablando. Tú naciste ayer mismo y no sabes de la vida más que una cuarta
parte y posiblemente ni eso.- dice Pípi, y añade - Además, no creo que a la
mayor parte de la gente le guste que vayas llamando a su puerta diciéndoles lo vacía que es su
existencia. Por lo menos a mí no me agrada, especialmente a estas horas de la
mañana cuando aún no me ha hecho efecto el café.
- Lo entiendo – contesta el joven, y
ella piensa por un momento que se acaba aquí el debate, pero él vuelve a la
carga – generalmente todo el mundo tiene una primera reacción como la suya, es
lo normal, es el efecto del shock inicial al enfrentarse a la realidad. Pero
eso es solo el principio, luego, según mi experiencia, que no es poca a pesar
de mi corta edad, según ha puntualizado tan sabiamente, la gente acepta la
espiral de destrucción consumista en la que se encuentra.- este chico sería un
magnífico político, piensa Pípi llegado este punto, tiene buena presencia, imaginación
y una lengua muy larga. Vuelve al ataque.
-¿Pero qué primera reacción ni shock ni
que niño muerto? ¿De qué estamos hablando aquí?
- Hablamos simplemente del destino de
las personas, de todos los seres humanos que están viviendo sin rumbo ya que
sus vidas no van encaminadas a ninguna parte. En realidad, si lo piensa es muy
sencillo. Sólo tiene que recordar qué estaba haciendo ahora mismo dentro de su
hogar, justo antes de que llamáramos a su puerta.- replica el niño, y se le
queda mirando con cara de…¿A qué no me lo cuentas? Anda dime qué estabas
haciendo ahí dentro…
Esta sí que es buena, se dice Pipisí,
ahora no sólo me quiere arreglar el futuro, también quiere repasar mi pasado.
-No tengo tiempo para juegos nene, de
verdad, no creo que lo que yo estuviera haciendo cuando tú llamaste a mi puerta
sea de tu incumbencia honestamente, aparte del hecho de que fuera lo que fuese
lo has interrumpido malamente durante mucho rato ya. – Dicho esto, ella da un
paso atrás y se dispone a cerrar la puerta.
-¿No se atreve a confiárnoslo? Quizás
no esté muy orgullosa de sus acciones hasta ahora, quizá no era una actividad
muy importante, no lo suficiente para contarla, o quizás no estuviera haciendo
nada, simplemente estuviera viendo la vida pasar, una vida vacía y sin sentido,
por lo que volvemos al punto de partida de nuestra conversación: ¿es la suya una
vida sin rumbo? - él la mira con descaro esta vez y añade – Ha llegado la hora
de cambiar todo eso, ésta es su oportunidad y puede que no se repita jamás.-
vuelve a sonreírle y con su sonrisa le indica a Pípi: he ganado “señora”.
Pipisí abre la puerta de nuevo, sabe
que se equivoca, que no tiene que caer en la trampa que le ha tendido. Él no
podría seguir soltando tonterías por la boca si ella no siguiera plantada en el
umbral escuchándole y replicándole, pero la tentación de ponerle en su sitio y
demostrarle que con ella no va a poder es mucho más fuerte que todas las
advertencias que su subconsciente le aconseja. Decide luchar un nuevo asalto.
-Vamos a ver, - dice suavemente
mientras mira al suelo y toma aire – en primer lugar, lo que yo haga dentro de
mi casa o deje de hacer es solo asunto mío; segundo, no tengo por costumbre ir
contando mis asuntos personales por ahí y mucho menos a la gente que no conozco
de nada y, que por casualidades de la vida, toca el timbre de mi casa;
finalmente, no estamos manteniendo un conversación, tú estás en el pasillo
contando chorradas y yo estaba muy tranquila en mi casa hasta que llegaste tú. Voy
a cerrar la puerta ahora porque sencillamente no me interesan las bobadas que
cuentas. – respira hondo y toma impulso de nuevo – Y creo que dicho esto, no me
queda nada más que añadir.- Firme, piensa que su postura ha quedado clara y
cristalina, y que finalmente, una vez zanjado el asunto, puede retomar su día
cualquiera. Pero se equivoca. El niño es fuerte, testarudo, calculador, y
mientras ella hablaba, planeaba su venganza.
-Todo lo que me cuenta es muy
interesante, pero solo demuestra un hecho, y es lo que he estado intentando
explicarle desde un principio.- comenta muy serio y con el ceño fruncido. ¡Joder!
Piensa ella ¿Y ahora con qué me va a salir el mocoso este?
Quiere darle con la puerta en los
morros, quiere que se vaya, quiere que cierre el pico de una maldita vez. Pero
tiene curiosidad, y como se sabe, la curiosidad mató al gato. ¡Qué gran verdad!
Su subconsciente ya no le habla, le grita a pleno pulmón: ¡Déjalo estar! ¡No
sigas por ahí! Estás haciendo justo lo que él quiere que hagas! ¡Cierra la
puerta a la una, a las dos y a las ….! Le contesta.
-¿Ah sí? ¿Y que hecho es ese si puede
saberse?- El subconsciente le dice bajito: Tonta, ya estás perdida. Shhh,
cállate, le contesta ella mentalmente.
-Sencillamente usted no es feliz.
-¿Perrrrrdona?- ¡Anda mi madre! Piensa,
esta sí que es buena, mira con lo que me sale éste ahora. Pípi se da cuenta de
que el chico no le cae bien. De hecho cree que está empezando a odiarle. Si,
definitivamente le odia. No puede evitar reírse. Empieza tímidamente y termina
a carcajadas. Él la mira sorprendido pero no se ríe; retoma su perorata.
- Efectivamente, como la mayoría de la
gente que conozco, usted no es feliz. El sarcasmo, la risa descontrolada, la
ira que demuestra cuando no puede rebatir mis argumentos tan verdaderos demuestran
que es usted una persona frustrada y por lo tanto muy infeliz.
- ¡Infeliz lo será tu tía! – Pipisí no
sale de su asombro y pierde los papeles por un momento - ¿Pero cómo te atreves
a ir diciendo eso por ahí a la gente alma cántara? – Respira hondo, se controla
por fin y en plan maternal responde - Mira, yo soy una persona muy paciente, tolerante
y comprensiva, eso SÍ lo soy créeme, y no me voy a cabrear por tus comentarios
fuera de lugar, pero si quieres conservar este trabajo, por si te hace feliz
digo, te recomiendo que no vayas diciendo cosas como esa en público porque un
día no muy lejano te van a partir la cara de nene tan mona que tienes ¿Sabes? Y
yo creo que entonces el infeliz vas a ser tú.
El muchacho se ha puesto colorado. ¡Por
fin! Piensa Pípi, un punto para la menda. Ahora un poco más de “unto” y después
la estocada final.
-Perdone no era mi intención ofenderla,
por favor disculpe. Lo único que yo quería demostrarle es que una existencia
sin rumbo es una existencia infeliz, nada más, pero no desespere, hay luz al
final del túnel y con un poco de paciencia por su parte podemos mostrarle el
camino.
- Ya, entiendo, no pasa nada.- te tengo
en mis manos mamón, piensa ella pero de repente cae en la cuenta de que hay otra persona en el pasillo junto al
joven, la otra jovencita. Lleva una gran bolsa de lona y ha estado todo el rato
observando la escena sin decir ni mu. La mira a los ojos directamente y le
pregunta: ¿Y tú tienes algo que decir monina o eres el mero acompañamiento del
caballero?
- Yo le acompaño claro, pero también
puedo hablar con usted si lo desea.- responde con una vocecita de chiquilla
tímida. Es obvio que el mandamás es él y ella le lleva la bolsa. ¿Bolsa? ¿Es que
venden algo estos dos?
- No gracias, con tu amigo ya he tenido
bastante mona. ¿Qué lleváis en la bolsa, propaganda de algo? – Pípi es la dueña
de la situación. Ha descolocado el discurso preparado y ensayado del chico; le
ha roto los esquemas. Ahora la que manda es ella. Tiene el poder. Por fin.
Él mira a la joven y le coge la bolsa.
La abre y saca un libro de tapas negras pequeño y gordito.
-Ehhh….aquí llevamos el material ya que
por supuesto tenemos un libro, el libro, que dese luego conocerá pero que
seguro no ha leído, por lo menos no completo, casi nadie lo ha hecho, esa es mi
experiencia – vuelta a la experiencia piensa Pipi, de dos meses quizá, pero
sigue escuchando – y que no es otro que el libro que todos hemos de leer para
encontrar el camino.- le da la vuelta al libro y lo muestra.- ¿No desearía
comprarnos una? ¿O dos? Es un magnífico regalo. Las letras van grabadas en oro
de dieciocho kilates y bla bla …..- Mira el que no consumía ahora va tras el
vil metal. ¡Vaya cara!
-¡La bíblia!- grita Pípi - ¿Toda esta larga charla inútil
para venderme una bíblia? ¿Estáis de broma? Hombre haber empezado por ahí,
hubiéramos terminado mucho antes sin discutir. Te hubiera dicho que NO nada más
empezar. Yo ya tengo una de edición especial hijo mío, y un corán también, por
si te interesa. Y SÍ me la he leído, y el corán también.- Pípi les mira con
cara de sorna y se prepara para la gran estocada final.
-Y para terminar que ya estoy muy harta
de estar aquí de pie en la puerta, voy a seguir tu consejo, voy a ir con mucha
paciencia hacia la luz al final del túnel que es precisamente el pasillo de mi
casa y voy a ir precisamente con rumbo al baño, que el café ya me ha hecho precisamente
el efecto deseado y me estoy cagando por la patilla abajo, y eso me hará seguro
muy muy muy feliz. Esto sí te lo cuento, en confianza, es que llevo precisamente
unos tres días sin ir al baño y ya estaba super hinchada la verdad. ¡Hala, con
dios!
Pipisí cierra la puerta en las narices
de los dos jóvenes, sintiéndose bien. - Mira, al final un día cualquiera
también puede ser divertido.- Y se va al baño precisamente, que no era mentira,
no. Mentir sobre la biblia. ¡Jamás! ¡dios me libre!
(continuará...)